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Mostrando entradas de 2019

LA MINORÍA

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Descalza deambuló la minoría en el sendero de la ideología. Desesperada por montar un reino grito... sobre el llano de una mayoría cegada por la inmensidad del desierto. La música del mundo festeja las fúnebres palabras de la humanidad desmembrada, que en su afán de sobrevivir capturo a la minoría dejándola desnuda. Desesperada pero decidida, la minoría entro al reino del discurso y la comunicación, hablando y debatiendo los pormenores la minoría  crédula he ingenua. dejo de hablar... la callaron... Enceguecida con banquetes y cuchillos de plata le tajearon el traje violentando su casta ideología. Abusada, el discurso la penetro, una... dos.. tres... varias veces, mientras la comunicación observaba el silencio, de una acto que satisfacía las miradas del llano. Eyaculando lentamente, la minoría se atraganto con desordenadas oraciones tirada sobre el catre de las frustración, en la torre mas alta llamada soberbia. El discurso y la comunicación orgullosos ocultaron la verdad

SOLO.

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Mitigo en la cama la necesidad de moverme, sin embargo, la velocidad del tiempo me obliga a aplastarme cada vez más en la red de sábanas que tejí en la impaciencia de un cuerpo. La culpa me observa posada en la rama del árbol que tengo enfrente, el que observó por la ventana. Me sigue observando y el zumbido del viento, no se desquita con ella. La culpa anida en el techo de mi casa, la escuchó me hostiga me persigue, me recuerda que en algún momento el viento me dejara a la intemperie porque así lo quiere. Escucho como se alimenta de las alimañas que viven en el techo de mi casa. ¿mi casa? El viento no se siente fuera, se siente dentro llenándome de polvo, me acostumbré al miedo. mi casa no tiene cerraduras sin embargo, me siento preso. El ave canta con la melodía del silencio, no la soporto no la aguanto no la quiero.

DESGARRO.

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Sobre el lienzo se escucha el roce de los otros, deleite de la carne con la carne. La lucha constante de personalidades desacabadas brotan como manos de la tierra. Mezquinas cuerdas que ciegan la mirada caminante, de los buscadores de un oasis corporal. Sobre partículas de piedra maltratada, el tiempo hace su mejor trabajo dejando enterrada por el viento, la codicia de aquellos que no saben. Kilómetros de polvo se acumulan, sobre las pisadas de los que buscan trazar un camino que agriete la arena. Sin embargo, un serpenteo reptiliano sucumbe a la compulsiva idea de seguir mintiendo y sonreír. No llueve, el hombre no brota del barro, se reinventa en autopartes recicladas del desierto, olvidada por la carroña que merodea la arena.

SALMUERA.

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La lejanía del mar me invita ahogar los gritos, salitre que queman las lenguas arrastradas en la arena. Espuma blanca que choca sobre cuerpos envenenados, sirenas que se alejan de las historias hombres que contemplan la tierra moribunda sobre un horizonte de agua que confunde. Profundo titán que intimida en la gama de los azules... Profundo titán que acumula las lágrimas de la tierra herida... Navíos trazadores de rutas, olvidan los maltratos de tierra firme grito de un capitán perezoso. Todos deciden morir en las profundidades de una garganta sin lengua. Cuerpos. Orilla. Tierra... El olor a podrido llama a los otros a querer hacer lo mismo riendo junto al dios del mar, el que más te guste pensar. Las algas chismorrean en la orilla, enredando los buenos actos que alimentan a las aves, clavándose sobre un espejo de agua que traiciona. El sol no dice nada y la arena acumula cuerpos. Inmensidad de lágrimas... Inmensidad de muertos… En las profundid

MACHU PICCHU XXI.

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La piedra cóncava y convexa aparea muros, tallando relieves con historia. La sangre pule el granito y los templos elevan desigualdades, invocando dioses caprichosos. Entre las gota de lluvia el conocimiento socava la tierra y no alcanza con las terrazas o los canales, el maíz se deja caer sobre civilizaciones que la muerte busca. Vigía de sus acciones el cóndor extirpa ojos para contemplar al mundo que se despluma por falta de espíritus nobles. El puma sufre el cautiverio del pueblo que refleja sus opulencia en espejos de oro, arrebatados de la tierra... arrebatados entre hombres arrojados al barro. La serpiente estudia al hombre y se quita la piel para desemparentarse con la ignorancia, que tiñe la ponzoña de la sabiduría. El sol ha muerto, las vírgenes no sacian para salvar a la luna, abortando humanos incapaces de aprender. Las ruinas se esconden por vergüenza, eco de la verdad que rebota entre las montañas tallando a gritos la piedra con formas que se olvidan.

ATRAGANTO.

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El reloj  atorado en la garganta, frena un reflujo de palabras.  Cargadas de acidez carcomen las cuerdas vocales que enmudecen la voluntad. Pequeños sorbos de agua fresca no calman los dolores  que irritan la sensibilidad de aquellas cosas que no tragamos.  Los golpes en el pecho suavizan el dolor y quiebran la autoestima, arrastrada hacia los intestinos  constipando el cuerpo.  Un té de manzanilla es la esperanza de adormecer el dolor ancestral, que define las frustraciones de una nuez de adán lejos del paraíso.  Respiro y los otros intoxican el aire gases frenéticamente incoloros. Dormidos los pulmones nos quedamos metabólicamente latentes, a la espera de espasmos de cordura que destapen las vibraciones de esas palabras atascadas.  Tos con sangre lágrimas sin tinta, marcan el final de una vulnerada existencia. Ojos desorbitados y la vasoconstricción, estalla en oculares sin imagen.  Nadie decide ayudar a la desesperada existencia cuando lo que

GALOPE.

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Dos caballos blancos galopan sobre el manto de la muerte,  Infinita pradera que se pierde en el filo de una hoz que atormenta la garganta.  Pastando negras hierbas, relinchan afligidas pasturas, despojadas se agusanan entre dientes con la suerte pisoteada por herraduras sin suerte. La serenidad de sus miradas contemplan el arroyo, nacido en lo alto de vértebras quebradas por el peso de las almas que no olvidan. Surca el entramado paisaje  el arroyo de cadáveres… el fluir de acontecimientos… que nutre el bajo, desembocando en el lago de personas que se beben a sí mismas. Galopando, el blanco se pierde entre las ondulosas negritudes de una muerte cansada. La lluvia se nutre de gritos, los gritos de sangre, la sangre se nutre de sangre y la sangre de personas que caen del cielo esperando caer en un valle de muerte.  Los otros contemplan desde los omoplatos, el resto carcomen el salitre de lágrimas que se derraman por los vivos o por los muertos. Leva

UN SÍMBOLO.

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El símbolo marcado en la pared dejo entrar un rayo de luz, sobre el rostro deteriorado de esa persona que nunca conoció un sofá. Observaba la lejanía de las cosas la estrepitosa asfixia de la existencia, acumulando restos de comida que se deshacían en las manos. Quien pudiera poder romperle el cuello gritan los otros escondidos en escaparates disfrazados de moda, taciturno cabizbajo es arrastrado por el polvo de muros que se elevan sobre las azoteas. Copas cristalinas que arropan al mejor vino, cavas que regurgitan a los otros sobre el borde de un abismo sin tiempo. Nadie le corta la cabeza, la mirada se alza sobre muros interminables de deseos que no se van a cumplir, Inundados en hologramas que disfrazan el estómago y desorientan a la muerte. Sin embargo, las entrañas dejan entrever a la verdad violada por los pensamientos de los que nunca subirán a las azoteas, elegidas por un dios macabro que caga humanos. La mirada recorre los orígenes de su historia, con lágrimas e

HUMEDAD.

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Humedad en la piel el sudor me sabe a poco, las escalinatas de tu columna vertebral me disparan a saborear las gotas que trasminas. Los otros enmudecidos tapan sus ojos con diarios viejos. Nos reímos del viento, acariciando la brisa de las murmuraciones, rozas tus amoralidades en mis piernas. Me acalambro en recuerdos que el tiempo borrará, mis retinas algo cansadas me piden más, pero sé que en cuanto las vuelva a cerrar tu rostro se habrá evaporado. Quedando atrapado en una masturbación mental observo cómo te difumas en el marco de la puerta. Impresa tú forma en mi cama preparo un trago boca a boca, intentando inflamar los restos olvidados de un fuego ocasional. Desnudo camino entre los otros manoseando cuerpos, expropiando de mi alma los intentos de viajar por los límites que configuran lo normal. Cabizbaja la humedad se evapora en miradas retorcida de antros recurrentes, no entiendo porque te fuiste y dejo entrar en mí la sequedad de las sonrisas. Me arranco l

CAJAS VACÍAS.

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Una caja vacía y un libro sin escribir se disputan recuerdos, la pava rechina vapores húmedos que empañan los ojos de los ciegos y el té se enfría bajo el calor de un par de zapatos viejos. La cama acumula pilas de cajas vacías… duerme en cada una de ellas un cuerpo mutilado, escribiendo sobre papeles sueltos. Se asfixia. Despertando busca sus manos que se encuentras tiradas sobre una ventana rota, un camino de sangre une las vísceras desparramadas por todas partes ¡está vivo! grita el libro de hojas limpias. Se observa. Frankenstein toma aire en el mundo el cuerpo lleno de cajas vacías nunca salió de su hogar, solo escribe sobre el vacío de una pila de cajas que añoran salir de la cama. Escribe sobre hojas limpias. Un balde sin fondo recoge las tripas con un par de manos tiradas junto a una ventana rota y el camino de sangre se prolonga por una habitación sin lados donde el sol reseca la carne.   Frankenstein ha muerto de

DIMENSIONES.

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En una dimensión conocida camino perplejo de belleza admirado de sustancias corro por el camino de cuerdas que canta mi tierra. Los colores impregnan mis estados con la facilidad de la memoria, abriendo las puertas que no se deben abrir. Nadie dijo que los colores se mezclan en la monocromía del tiempo. superando las fabulas a los valores voy desconociendo mi realidad donde todo perece, a la vista del hombre. Caído en dimensiones desconocidas la tierra me confiesa que no sabe de finales, llorando cosas maravillosas. Perdiendo me voy a un mundo ideal, en el que   existe una lámpara que todos quieren frotar. Las carcajadas de los otros hacen eco en la mente de un genio que juega con la muerte arrebatados en una atmósfera contaminada de metáforas. perforó mis tímpanos con el vasto desierto de los otros, ya nadie mira con los dientes, solo digitalizan emociones. Y así la concatenación de oxímoros se desvanece en arrastres hipe

LA MÁQUINA.

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Una nota presume su perpleja identidad desconociendo la linealidad de su tiempo. La máquina rechina. Un artefacto sabe de su existencia. El aceite se escurre entre sus ojos, observando el mal olor de sus engranajes, oxidada en la arena anhela la carne que se descompone entre sus dedos. Deshumanizando sus probabilidades vectoriza su comportamiento. Se define por sí misma como un transistor que comienza a apagarse, y la naturaleza come a sus hijos entreteniéndose con la máquina. ¿conozco o sueño? Le pregunto la historia vomitando notas de perpleja identidad. Un dispositivo más en el mundo. Los otros observan la arena lubricando su lengua que se oxida por no decir nada, inmutables desean un alma que acaricie el acero para que la aplaste al suelo. La máquina anhela el canto que nunca tendrá los hombres desgarran su garganta la observan. El artefacto preso del hombre quiere dejar descendencia, pero no puede. sabe que sus cables

TÉ VERDE.

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El té verde se enfría en la garganta de una virgen que contempla desde la ventana la caída de los santos. El dorado de la sierra se funde con los grises y la luna se esconde por los miedos de los hombres que toman té. Sonriendo los mudras se venden al mercado de la paz, manos lastimadas de agitar pañuelos que ahorcan muñecas, se contrabandean sonrisas se conquistan chakras. Pañuelos de colores destiñen arcoíris tatuadas en las inocencias petrificantes de sangre caliente, todos… todas… toman té verde para vibrar igual y los falsos profetas surgen de las pantallas. El cielo testigo de ese abuso dejas caer sobre ellos un valle de, lágrimas  odio placer angustia deseo… Todo es un cementerio colorido y de fácil acceso, las rejas del hombre te dejan flores plásticas y coloridos pañuelos. Los otros sacan la lengua contorneando la crema helada que no dejan chorrear la flor de loto se cultiva en juegos corporales transpirando té verde para bañarse con esa paz que infesta. Dividu

UN PUNTO.

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El brillo del cielo se destiñe con la lluvia de hombres, la que impregna de verde los muros que separan las sonrisas. Los lamentos son reclutados por un frasco vacío, trizando una realidad que se transparencia en las grietas. Me dijeron una vez que las grietas no existen   y ese día quede atrapado en una línea, de infinitos puntos de finitos hombres. Nadie se sale de la línea cada uno cree que es un punto dentro de un frasco, lleno de lamentos lleno de hombres. Las risas se escuchan entre la grieta, desesperado pretendo absorber el verde de la línea que me separa de los otros. somos un muro dentro de la línea, un espacio vacío entre puntos.

LLANTO DE HADA.

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La princesa deja caer su corona sobre llanto de hada, Petrificada en sal dejo sus protocolos reales masturbando el recuerdo de un vals. Dejando atrás a la niña   huye en mariposas abandonando el cuento. La ciudad le dio la bienvenida con guiños posmodernos conduciendo un Cadillac a la velocidad del tiempo. No comprende sobre caballeros que disputan el último trago en las esquinas, riéndose de la barbarie añora su reino de princesas. Sin corona y sin magia pide limosna en la peatonal abrazando un pañuelo de seda manchado de sangre, nadie la ve todos la ayudan en sus plegarias escupiendo su vestido cayendo en las profundidades del bosque encantado. Gritos, sirenas y disparos son las nuevas aves de sangre azul, los otros ya no creen en historias ya no se crían princesas. Una flor manchada de tabaco pétalos deshilachados, que por arte de la conciencia humana se marchitan muriendo entre los brazos de una niña sin monedas, f

COSAS.

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Las cosas se me mueren entre las manos. Sin poder escapar de mi una vela consume letanías, intentando encender y un vaso colmado de agua bendita se ahoga en el último intento de humedecer mi piel seca. Manojo de lapiceras y una sola escribe, desangrada en tinta pronuncia esa palabra que mi cabeza no entiende. La ira se acumula en mis falanges observando el almanaque obstinado en mostrar un año que paso escondido… entre mis cosas, y este que se presenta con los mismos días, pero con el brillo de los objetos nuevos. Un ropero sucumbe a las caricias de mis prendas que maceran orgías queriendo ser tocadas por experiencias comunitarias, otras en el silencio del encierro se transforman en olvido, de maderas vírgenes que rechinan y resquebrajan al golpeteo cotidiano de vestir siempre la mejor cara. Por el ventiluz se esconden ojos, los de los otros, esperando el mejor momento para arrojar las mugres de sus cosas sin que la culpa los v

CANCIÓN DE CUNA.

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Una canción de cuna que se desliza en una sonrisa parturienta, el llanto de la existencia aturde a la creación arrebato imperceptible de lo que es. Las flores dejan caes sus pétalos en retos, objetivos, metas… Agobios de una canción de cuna que muere en un pensamiento. Una placenta pisoteada en el suelo sufre heridas de guerra, la marcha fúnebre indiferente a los otros la cobija en su útero que lamenta los costos de un esqueje nacido para producir. Solo le queda una canción de cuna y sabiéndolo permite que le injerten un cronometro en su espalda un pico y una pala en sus manitas. Algunos con suerte reciben libros o le tatúan cuatro dígitos en sus dedos con saldo disponible en un cronometro que corre con ventaja. Treinta y un millón quinientos treinta y seis mil segundos, Y el soplo de sus pulmones dejo entrever deseos de posnet y tarjetas de crédito. Grajeas incrustadas en sus labios tiñen su lengua color morado Y Ella debajo de una piñ

LAS MALAS HIERBAS FLORECEN POR QUE EXISTEN.

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Quiero poder derretir mi lengua y hablar sobre el viento, dejar que la desesperada comodidad desarraigue mis elocuentes quieros… enterrándome en los sórdidos finales felices de mi memoria. Una lagartija se quema al sol y yo cambio la piel esperando que las nubes caigan como macizos sobre mis entrañas. Las malas hierbas florecen porque existen, existen porque quieren… quieren romper la desordenada tierra que estrangula sus raíces. Me levanto nuevo al lado de una lagartija homicida, con ojos de niño me enseña sus historias y exploto sobre el asfalto que tiñe el paisaje de hombres. Los otros inmóviles se mueven sobre campos de lagartijas comiendo ojos. ¿Qué hago? No hables y come, palmeo mi espalda y se metió en mi boca. Acalambrando mi garganta escupí la muerte y todos se abalanzaron sobre ella, Simulando la angustia las mariposas llenan mis pulmones de aire. No confíes en las mariposas que transmutan el tiempo me escribió en una pluma el

TÚ.

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Las sombras desdibujan líneas sobre tu cabeza, pensando en la cima que padece tú sed. Los otros saben de tus logros… Los otros conocen tus llantos… Desorientados tus sentidos no distinguen el barro de tus ladrillos, con tú familia dentro escuchas los gritos de la tragedia. Los otros saben de tus logros… Los otros señalan a tus muertos… Volando entre pliegues las hojas en blanco se marchitan en tus manos, dejando abatir una soga te horcas con la carne descomponiendo jubilosos recuerdos. Nada detiene que el cigarrillo se consuma en remordimientos, al aplauso de las derrotas que cercan tus extremidades mutilando tu fétida dentadura que solo sabe gritar. Las ramas secas de tus manos quiebran el paso del tiempo. No tienes un hogar… No tienes una familia… Pegas sorbos de agua caliente que corre por tu espalda, Con ganas de llorar sombras que desdibujen la línea. Tieso a mitad de camino las hormigas anidan en tus venas alimentando un h

CAOS.

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Correr... Correr por una garganta gastada y unirme en las profundidades de la tierra, desgastar a gritos la piel que me habita. Correr... El agua que despelleja cada nota de existencia encerrada en palabras que no llenan. Dejo de ser una persona que corre y soy un objeto que escucha, lagrimas locuaces que queman la mirada con la que como. Correr… la cortina y evitar que los otros me ensucien los vidrios Mirada desorientada del horizonte, Contemplando los colores del cielo encerrado en la oscuridad del contraste. Los otros niegan la luz y se enorgullecen de los brotes de un árbol que ilusiona estar del otro lado. El silencio es gritado en el silencio de gritos negros. Las velas incendian la naturaleza y en el caos me aferro a mis pies, que solo reconocen el filo de la negrura. El horizonte desea, y yo examino la muerte del deseante que prendido fuego grita. El silencio… Luciérnagas del día iluminan las oscuras conciencias de los otros que implacables a su naturaleza deshuesan a