VOLVER



Sentado pensé en la muerte,
en tu mente
sin sentir que invado los sueños mas húmedos de esa habitación.

Un pequeño se asume entre medio de los libros donde la parca posa una taza de respiración confusa, disimulando su morbo.

Porqué seremos tan hermosas me dijo cruzando las piernas,
caminando a la intemperie de esa habitación.

Me agita la sangre pensar en mi,
por eso miro al frente y del otro lado de la muerte la paz me ofrece un trozo de papel plegado.

Algo me mastica por dentro
me consume en letanías amorosas que aparentan bienestar.

¿Aparentan?
¿Esta bien que se alimente del silencio con frases aprendidas, o solo debo esperar que la criatura surja de mi pecho y me tire al suelo pálido y frio del cual nunca debí salir?

Es hambre,
hoy descubrí que mis ojos no ven claro… hay paz en mis manos, calidez en mi sonrisa que se despide.

No se puede desempolvar el desierto,
no existen los territorios dentro de tu mente,
sin embargo, los muros se levantan todos los días en la habitación de la muerte.

Camino a mi hogar que aún no encuentro,
escondiendo tres oasis en su casa,
debajo de su cama, dentro de su taza y entre sus piernas.

Un mes y a lo lejos las campanas de una iglesia hacen el esfuerzo de querer agrietar la arena que cae,
en ese reloj que marca el tiempo de volver.

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